domingo, 10 de julio de 2016

LA MUERTE DE UN TORERO LLAMADO VICTOR BARRIO



En cuanto hay un toro de por medio, inmediatamente muchos entran "al trapo". 
¡Cuan impregnado de léxico taurino está la lengua que hablamos!. Los animales y los toreros me merecen todo el respeto, mucho más que la causa animalista, al menos en España, porque no defienden la vida en su totalidad, si no parcialmente, y ¿Que manera es esa de defender la vida? 
Los de la causa animalista, deciden lo que moralmente es defendible "como vida", pues protegen la vida de los animales pero en general suelen contemplar el aborto como asunto que pertenece a la autonomía moral y exclusiva de la mujer, y lo que no. También deciden lo que debemos sentir. Por la tauromaquia repugnancia, por la matanza de corderos musulmana "respeto a la diversidad cultural", y lo digo porque en España, detrás de la causa animalista se encuentran los de siempre, y por lo tanto exacerban los acentos en la tauromaquia, sin embargo esa misma virulencia la echamos a faltar en tantas y tantas cosas relacionadas con lo humano, lo divino, y lo animal. Todo ello persigue un claro objetivo de instrumentalización política, que poco tiene que ver con la defensa de los animales, y sí mucho con la desaparición de algo tan español como la tauromaquia. Aquello que huela a tradición española debe dejar de olerse, a la espera de cargar el ambiente cultural con otra clase de aromas mas "evolucionados" y no tan "rancios". Si muere un torero, se celebra por buena parte del progresismo rampante, y otros tantos no lo celebran públicamente por aquello de la corrección politica, pero no pueden evitar un cierto regocijo ideológico, ya que con la muerte de un torero, muere un poco de esa vieja España caduca a los que a tantos les urge su desaparición... Vivimos en la España más triste que pueda concebirse. Antiguamente, moría un torero y el país entero se vestía del luto del respeto, y poetas "tan rojos y de izquierdas" como FEDERICO GARCIA LORCA escribían sentidos y bellos poemas fúnebres por la muerte de un amigo en el ruedo. Y tantos  intelectuales que encontraban en los toros un misterio antropológico de gran valor. Ahora en cambio, un numero nada despreciable de ciudadanos celebran la muerte de "un asesino", brindando con vino que suavice el gaznate tras haber ingerido un chuletón de carne de animal sacrificado, o si se prefiere una mariscada de 160 e por barba. 
¿En que me convierte tanta hipersensibilidad hacia el maltrato animal cuando me conduce a celebrar la muerte de un ser humano? Cabe preguntarse si, estas causas en apariencia tan evolucionadas y humanitarias, efectivamente producen seres más políticos, más ambiguos moralmente, más de izquierdas, más animalistas, más abortistas, más feministas, pero en definitiva... ¿Menos humanos?.

2 comentarios:

  1. Buena reflexión, que con gusto vuelvo a leerla una vez más. Que tristeza la muerte de este joven, y que indignante que existan bestias humanas, que se solidarizan más con la muerte de un animal que con la de un hombre. Monstruos privados de afectos que mimetizan su insensibilidad con un quimérico amor fauno. Saludos una vez más mi amigo.

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    1. ¡Muchas Gracias Tato¡ Seguiremos reflexionando sobre estos tiempos inhumanos que nos ha tocado vivir.Un abrazo.

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